Colombia, un país reconocido por su abundante riqueza hídrica, enfrenta una preocupante paradoja: a pesar de contar con grandes reservas de agua, diversas regiones sufren escasez y problemas de abastecimiento. En el marco del Día Mundial del Agua, celebrado el 22 de marzo, es clave reflexionar sobre los desafíos y oportunidades para la gestión sostenible de este recurso vital.
Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), eventos como El Niño generan sequías extremas, reduciendo los niveles de ríos y embalses, lo que afecta el acceso al agua potable y disminuye la capacidad de generación hidroeléctrica del país.
Asimismo, el Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA) ha alertado sobre problemas de abastecimiento en ciudades como Bogotá, especialmente en temporadas secas, debido al consumo descontrolado y la falta de inversión en infraestructura hídrica.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, la disponibilidad de agua per cápita en Colombia se ha reducido a 4.007 m³ al año debido a la variabilidad climática y la contaminación de fuentes hídricas.
Además, cifras de la ONU y UNICEF revelan que el 27% de los hogares colombianos carecen de un suministro de agua gestionado de manera segura y el 82% no cuenta con saneamiento adecuado. En zonas rurales, el riesgo de calidad del agua alcanza el 50%, una situación que requiere atención urgente.
Frente a estos desafíos, la empresa Atica propone la implementación de soluciones descentralizadas, como la instalación de plantas de tratamiento locales que permitan un abastecimiento más eficiente en zonas alejadas. Este modelo evita la dependencia exclusiva de redes de tuberías extensas y facilita el acceso rápido y sostenible al agua.
“Atica ha incrementado significativamente su capacidad de tratamiento de aguas industriales. En 2022, trató 2 millones de metros cúbicos, con un crecimiento del 500%. En 2023 y 2024, alcanzó los 24 millones de metros cúbicos de aguas residuales tratadas y reutilizó 800 mil metros cúbicos en proyectos de abastecimiento industrial y potable. Para 2025, proyecta tratar 28 millones de metros cúbicos”, señala Juan José Cajas, director comercial de aguas en Atica.
Colombia podría beneficiarse de estrategias innovadoras implementadas en otros países de América Latina, como la desalación de agua marina y el reúso de aguas residuales.
La desalación se presenta como una solución viable para ciudades costeras como Santa Marta, Cartagena y La Guajira, donde los problemas de abastecimiento son recurrentes. Esta tecnología permitiría reducir la presión sobre los acuíferos y garantizar un suministro estable en temporadas secas.
Por otro lado, el tratamiento y reutilización de aguas residuales podría optimizar el uso del agua en sectores como la agricultura e industria. Fortalecer las plantas de tratamiento en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali contribuiría a reducir la contaminación de los cuerpos de agua y mejorar la sostenibilidad ambiental.
El cambio climático ha modificado los patrones de lluvia, dificultando la planificación y gestión de los recursos hídricos. La adaptación a estas condiciones exige estrategias que permitan anticipar periodos de sequía y aprovechar de manera eficiente las precipitaciones intensas, como el almacenamiento y tratamiento de agua de lluvia.
Sin embargo, la tecnología y la infraestructura por sí solas no bastarán para resolver la crisis hídrica. La educación y la conciencia ciudadana juegan un papel fundamental en la conservación del agua. Acciones cotidianas como cerrar la llave al cepillarse los dientes o reutilizar agua para tareas domésticas pueden marcar la diferencia.
La crisis del agua en Colombia no es solo un reto técnico, sino también un llamado a la responsabilidad colectiva. La implementación de soluciones innovadoras y sostenibles, junto con un compromiso activo de la población, será clave para preservar este recurso esencial para las futuras generaciones.
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